
Desde la época colonial, Campeche ha sido epicentro de grandes movimientos sociales; de saqueos sin precedentes y angustiantes tiempos traídos a sus aguas por la piratería colonial, conjurada con baluartes que hoy dignifican su historia y que en el presente ha revivido con los ladrones de las plataformas marinas que se enseñorean sobre la ley; fuente inagotable de riquezas, Campeche un día vió en el camarón el símbolo de un auge parecía no tener fin, cuyas huellas hoy prevalecen mirando perderse el futuro en una glorieta sobre uno de los monumentos mas ostensibles en las calles de Ciudad del Carmen que se complementa con otra obra emblemática de aquellos tiempos, la Universidad Autónoma de Ciudad del Carmen (Unacar).
Sin embargo, al llegar el auge petrolero, la tranquila vida isleña dió el giro más inusitado.En paralelo ha visto declinar paulatinamente y de manera inexorable las pesca debido a las zonas de exclusión, impuestas por las proliferación de los pozos petroleros causando daños permanente a sectores de la población que vieron mudar el viejo puerto dedicado a las pesquerías a un breve espacio dedicado al hacinamiento de los buques abastecedores de la actividad marítima petrolera. Lejos quedaron los tiempos de la Ocean Garden, la comercializadora de productos del mar que generaba enormes dividendo a las arcas nacionales. Se perdió en el tiempo la promesa de que en Laguna Azul, un puerto especializado donde se trazó con formas geométricas un entramado de dársenas, se fundaría uno de los clusters pesqueros mas grandes de América Latina, dotados de todos los servicios: fue substituido por todo un aparato para explotar el último de los super yacimientos gigantes, solo comparado con los de los países árabes.Mientras en sus costas aun permanecen varados los buques de la corrupción desluciendo el paisaje con la huella de Amado Yañez y la compañía Oceanografía, remembrado los viejos negocios que desde el presidente Miguel Alemán se pueden hacer al amparo del poder presidencial.
Sin embargo, para entender el presente debemos hablar un poco de la historia, madre de la verdad como decía Jorge Luis Borges. Y es que el pueblo de Campeche ha sido precursor de una amplia gama de oficios marineros. Primero se erigió en los márgenes de sus costas, el mayor centro constructor naval de la Colonia con el fin de aprovechar las maderas finas de sus bosques; ahí aprendieron sus pobladores el oficio de calafatear y tallar los mascarones. Más tarde, allá se fundaría en este puerto de Campeche la primera escuela náutica del país. Los primeros oficiales se formarían cuando el entonces presidente Manuel González decretó que se construyera en Campeche la primera escuela náutica de México, que no se materializó sino hasta 1882. Fue dirigida por el capitán Antonio Massa y se inscribieron los primeros mexicanos: Eduardo Oliver, Luis de J. Fortunat, Eduardo Massa y Antonio Pino Rubio entre otros. Al segundo grupo llegaron: Fernando Siliceo y Torres, quien fundara años más tarde la Escuela Náutica de Veracruz y otros como Fernando Tenyado, Rufo Sada, Alberto Fraga y mas nombres que quedaron ahí para la historia.
Los giros de la historia, de estado pesquero al mundo del petróleo
Sin embargo, el hallazgo del yacimiento Cantarell en el Golfo de México en 1979, el sexto manto petrolero más grande del mundo, produciría mas de 7 000 millones de barriles de petróleo tan solo entre 1980 y el año 2001; pero que si los actualizamos se elevaría considerablemente. Las actividades de extracción de petróleo generarían una enorme fuente de empleo en la navegación de corta distancia, lo cual desarrolló un perfil marítimo apegado al tráfico offshore que por sí solo satisfacía las demandas de los egresados de las escuelas náutica nacionales pues se estima que el 80% ( es solo un estimado ante la carencia de indicadores y estadísticas de empleo tomada de la prensa ), se empleaba en este segmento de la industria marítima que desarrolló nuevas formas de trabajo propias de esta industria tales como Rige Mover, loading master, Capitán estabilizador de plataformas marinas, así mismo la categoría de buques de extraordinaria especialización. Esto propició que hubiese un auge de aspirantes a marinos que veían como destino laboral el rubro offshore, debido a los altos salarios que se pagaban; pero que no exploraban posibilidades en otros renglones de la industria marítima: el petróleo llegó a constituir el 42% del tonelaje de carga movilidad por los puertos de México.
Ciudad del Carmen, un puerto que demanda sustentabilidad
La isla de Ciudad del Carmen se convertiría al paso del tiempo en un caos urbano, que saturaría la ciudad de edificios sin control. Hoy, en las viejas y pedregosas calles por donde un día transitaran los triciclos, se viven embotellamientos cotidianos, por donde circulan cientos de camiones y vehículos vinculados a la actividad petrolera ¿Qué tipo de ciudad se le heredará a las generaciones futuras? Sin duda este es el reto más grande que trajo consigo siglo XXI, para la planificación de las ciudades y los puertos : la sostenibilidad. Basada en una nueva agenda se sustenta en 17 objetivos (ODS) los cuales deben ser diseminados desde las universidades a toda la sociedad. Uno de los principales es el de formar ciudades sostenibles. Ciudades que pugnen por energías renovables aunque se viva el auge de la energía fósil. Ciudades que aprovechen quizá la plataformas marinas abandonadas para eregir poderosos generadores de energía eólica, aunque desluzcan el paisaje marino. No creo que se vayan a molestar los delfines.
Es precisa una nueva política marítima en la país que proclame los 17 (ODS) así como la agenda 2030, la cual tiene metas a corto y mediano plazo; pero su límites sin duda está fijo: revertir el grave deterioro ambiental. Tal vez desde las aulas de la Unacar pueda elaborarse un gran plan maestro para el desarrollo local y de los puertos de Campeche basados en la sostenibilidad. Incluso puede participar el Colegio de Marinos de Ciudad del Carmen. Es preciso que éste se complemente con la fundación del Consejo Consultivo ciudadano, donde esté presente el sector empresarial, donde esté representado el pueblo. ¿No que hay que darle poder a las desiciones de la ciudadanía? pues adelante. Nadie los detiene. No basta con sacar del mar un galeón y montarlo sobre una glorieta para preservar la historia. Para obtener el título de ciudad sostenible hace falta innovación. Así lograron ciudades como Medellin en Colombia revertir décadas de narcotráfico y son hoy en día grandes ciudades turísticas. Llegó la hora del reparto justo de los dividendos de las actividad petrolera. Hora de revivir la pesca que yace en el abandono. La retórica nunca ha solucionado problemas. Es hora de trabajar en pos de un nuevo proyecto marítimo y portuario que regrese el esplendor al Estado de Campeche.
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